No son pocos los casos que se ven en estos días que ponen en solfa a la justicia, es decir a la institución y tercer poder del estado y a la administración de justicia, a los jueces.
La representación alegórica de la Justicia es una mujer con los ojos vendados, una balanza en la mano izquierda y una espada en la derecha. Esa venda representa a la igualdad de las partes ante un tribunal, cuestión que parece que hoy se duda más que nunca.
No creo que ahora haya más abusos judiciales que en otras épocas; lo que sí hay es más información al respecto. También creo que son pocos, muy pocos, me atrevería a decir, los casos en los que existe esa desigualdad, sea aparente o real. No todos somos hijos de un monarca o altos cargos públicos.
Llevo ya unos cuantos años ejerciendo como abogado y creo en la honradez de los Jueces con los que he estado trabajando, más allá de la grandísima calidad de unos y la poca de otros. Pero eso es harina de otro costal. Cuando hablamos entre compañeros siempre decimos que esas corruptelas se dan a otro nivel, en jueces de otras instancias, en las que no me muevo y sobre las que no voy a opinar por desconocimiento.
Pero más allá del buen trabajo de los miles de jueces de base que hay, es cierto que la imagen de la Justicia que se está dando, como precisamente lo contrario, no justa, perjudica a todos, y resquebraja otro más de los poderes del estado, dejando en manos del ejecutivo todo el poder, ahora que el parlamento no existe y se gobierna a golpe de decreto.
Y es que hay una falta de visión tremenda por parte de quién deba defender a la justicia, que no sé quién es ni es mi cometido saberlo. Y lo digo porque hay cuestiones que no son puramente judiciales: el escándalo de Carlos Dívar, que aunque Presidente del CGPJ nada tenía que ver con los jueces, era un simple escándalo de manejo de fondos, la aprobación de la ley de tasas, algunas decisiones de la Fiscalía General del Estado o la lentitud de algunos procesos motivada por las trabas que se ponen desde otras administraciones para proteger a los suyos.
¿Por qué nadie defiende a la Justicia? Repito, quizás a quién le corresponda no le interesa.
Da igual el motivo, cuando no se confíe en la Justicia la habremos matado y con eso uno de los pilares de la democracia.
Alcalde Abogados, abogados en Córdoba